Has levantado la vista desde el suelo, como a cámara lenta, siguiendo la línea uniforme que une la punta de mi pie a mis ojos… Un leve destello rojo se ha cruzado a la altura de mis pechos provocando que tu lengua mojara tus labios… En ese instante, en ese segundo, he sabido que ya eras mío y que muy posiblemente dejaría que creyeras que yo también soy tuya. Solo por divertirme, por saciar ese animal en mi, que otra vez pretende salir de caza…