La embestida por detrás siempre me ha puesto muy cachonda. Esa sensación latente entre el cuerpo y el espacio que se va acortando cuando te acercas sigiloso. Intentando silenciar tu respiración agitada que delata las intenciones que ya te laten dentro de los pantalones. Tu aliento caliente llega a mi nuca erizándome la piel. Tu cuerpo se adapta al mío sintiendo tu dureza entre mis nalgas y tus manos se aferran con fuerza a mis tetas que se erizan con tu contacto. Abro mis piernas apoyando las manos en la mesa para soportar la presión que ejerces sobre mí. Tu boca roza mi oído…

—Voy a follarte aquí mismo…